"El Infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio".

Italo Calvino. Las ciudades invisibles.

lunes, 27 de diciembre de 2010

24 CITY



"Se tenga suerte o no, deja huella el afán"
Yeats

En el momento en que una ciudad obrera se transformas en residencia de lujo, 24 city, los proletarios que la habitaban evocan su juventud en la China de Mao. Un falso documental simbólico, emotivo y espectral.

Película tras película, Jia Zhangke está construyendo una obra considerable en la que observa la gigantesca mutación que está sufriendo su país, ya sean políticas, sociales, geográficas, urbanas, mentales; habla del pasado, del presente y también del futuro de su país. Ahí están Still life, Platform, Unknown pleasures, The World, Pickpocket, Useless, para explicar las contradicciones de una China que avanza hacia la industrialización y la modernidad, para mostrar la tensión entre lo antiguo y lo nuevo. 24 city, homenaje a la clase trabajadora, toma la forma de una serie de entrevistas con gentes de todos los sexos y de todas las edades que de una forma o de otra están ligadas a esta transformación inmobiliaria. Cada testimonio documenta un aspecto particular de los cambios de un país y como influye sobre sus ciudadanos. Pero no sólo rueda esta serie de entrevistas. Entre ellas sitúa largas secuencias mudas en las que captura el desmantelamiento de la fábrica, sus hangares vacíos, sus muros decrépitos. Con gran laconismo y sentido plástico Jia Zhangke muestra una mutación: la que deja atrás los últimos vestigios agonizantes de la era maoísta y se transforma en la nueva China comunista-liberal.

Como en Still life, aunque de forma menos introspectiva y con una fotografía menos conseguida, Jia Zhangke se sirve de un hecho real para filmarlo con su mirada de artista, integrando pequeñas dosis de ficción al igual que añadía efectos especiales en la materia documental de la que estaba hecha Still life, relacionando en un mismo gesto los seres y los lugares que han habitado, las pequeñas historias y la gran historia, las anécdotas íntimas y los grandes movimientos sociopolíticos. Todos los testimonios, sean verídicos o inventados, de actrices profesionales o verdaderos operarios de la fábrica, están filmados frontalmente. Una austeridad reivindicada por el cineasta, que quiere focalizar la atención del espectador sobre las palabras.

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