"El Infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio".

Italo Calvino. Las ciudades invisibles.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

THE INNOCENTS


“Yo sólo pretendo salvar a los niños, no destruirlos”

La señorita Giddens consigue un puesto de institutriz para hacerse cargo de dos niños huérfanos, con la condición de encargarse de todo y no molestar a quien la contrata, el tío de los niños. Comienza a sospechar que algo ha ocurrido con la anterior institutriz y con el criado que estaba al cargo de la casa, ambos fallecidos. Llega a la conclusión de que los niños están poseídos y que tiene que salvarlos.

¿Pensaron, los encargados de ello, que con poner como título español a la película ¡Suspense!, (con sus absurdos signos de exclamación) ya quedaría encuadrada en ese género automáticamente cuando, evidentemente, no lo está? Quizás, y con bastantes reticencias se podría adscribir al género de cine fantástico.

Jack Clayton pretende retratar como funciona una mente humana, la capacidad que tiene para imaginarse cosas. En este caso la mente excesivamente reprimida, puritana y religiosa de la institutriz, hija de un pastor anglicano, que destruirá a dos inocentes. Una institutriz que trata de hallar un hombre. Primero el tío de los niños que la fascina pero al que le resulta indiferente, después el hombre que parece vivir en la mansión, pero que falleció, y, por último un niño, al que primero tiene que desposeer, para poder convertirlo en hombre. De ahí ese beso final (7' 35'' del vídeo) cuando, para ella, lo ha conseguido (unos momentos antes afirma “ya te tengo”), y que rimaría con el beso, infantil para él, perturbador para ella, que le da el niño en los labios algunas secuencias antes.


Aunque juega levemente a la ambigüedad, a la duda de si la institutriz es una histérica o realmente ve fantasmas, sólo cabe una posible interpretación de las intenciones del director, sin ser impuesta. Clayton consigue que conozcamos lo que la mente de la protagonista imagina y, simultáneamente, lo que ocurre en realidad, no confundimos la realidad objetiva y la visión que tiene ella de esta realidad. El proceso de transformación de la mente de la institutriz es apasionante gracias a que Truman Capote, con la ayuda de William Archibald, construye el que quizás sea su mejor guión, preciso y riguroso, consiguiendo una adaptación magnífica de la novela de Henry James, “Otra vuelta de tuerca”. Sólo un detalle me chirría en la construcción del guión y en el sentido de la adaptación: las lágrimas sobre el pupitre son una prueba de la existencia del fantasma.

La magnífica fotografía en blanco y negro consigue que la casa aparezca a la vez como hermosa y fantasmal, como un lugar apto para juegos infantiles y llena de recovecos morbosos y oscuros.

3 comentarios:

  1. Me encanta ese terror interior, y también yo guardo ciero grado de alerta ante las muestras de la evidencia de lo "sobrenatural", muestras que siempre espero que sean mínimas o inexistentes. Me gusta cuando los protagonistas experimentan el terror en un trance o transición en sus vidas (un embarazo, una separación..."Rosemary's baby", "Dark water"), o tienen una personalidad complicada (la institutriz reprimida de "The innocents" o la escritora de "Images" de Robert Altman).

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  2. ¿Considerarías "Cronos" de Guillermo del Toro otra buena película de terror interior?¿Y "La mosca" de David Cronenberg?
    Ahora, que para terror interior el que genera la bruja anciana, interpretada por Henriette Gérard, en "Vampyr".

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  3. Tendría que revisarlas, pero es probable, si no existen evidencias excesivas muchas películas del género se pueden replantear muy estimulantemente bajo ese prisma.

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