"El Infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio".

Italo Calvino. Las ciudades invisibles.

lunes, 21 de noviembre de 2011

LOIN


Seleccionada para el Festival de Venecia de 2001, Loin cuenta como Serge, camionero, va y viene con regularidad a Tánger donde se encentra con su novia Sarah y su amigo Saïd, aunque en esta ocasión va a dejarse tentar por el tráfico ilegal.


Lo que para Serge es una formalidad, para Saïd, que sueña con escapar a Europa mientras recorre Tánger con su bicicleta, es algo imposible, lejano. Si Catherine Deneuve es el emblema de las películas dedicadas a la madurez (Hôtel des Amériques, Voleurs ) y Juliette Binoche lo es de sus films sobre el aprendizaje (Rendez-vous), al igual que Elodie Bouchez en Les Roseaux sauvages, Téchiné vuelve a escoger a una desconocida para interpretar a Sarah, Lubna Azabal. Ésta consigue deslumbrar a lo largo de toda la película con su energía. El protagonista masculino, también llamado Serge, como el protagonista de Les Roseaux sauvages, se ha convertido en camionero y ha madurado, convirtiéndose en una persona opaca que vive en el instante, pero que al aceptar la oferta para que trafique, se siente excluido del mundo que rodea a Sarah.


Quizás sea en el retrato de estos personajes donde estén los peores momentos de la película, con el dibujo de James, inspirado en Paul Bowles, demasiado sentencioso con su visión romántica de un Marruecos ya desaparecido y la cita demasiado evidente a Le Fleuve de Jean Renoir. La película levanta algo el vuelo cuando se centra en las andanzas de Saïd, Serge y Sarah, cada uno en búsqueda de su verdad. En estos instantes hay buenas lecciones de cine realista de alta calidad, de puesta en escena ágil y transparente, llena de inmediatez y sinceridad, mientras que en las primeras se percibe en demasiadas ocasiones el artificio. Tampoco añade nada la esquemática y poco satisfactoria historia de contrabando, que rompe el tono con el que está trazada la ficción amorosa.


Téchiné acierta al atrapar el hormigueo, la vida y la verdad de Tánger, esa ciudad donde Europa y África se encuentran, un laberinto luminoso y a la vez oscuro, secreto y enrevesado, convirtiéndose en un gran documento urbano.

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