"El Infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio".

Italo Calvino. Las ciudades invisibles.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

UDOLI VCEL


Ondrej conoce a su nueva madre, mucho más joven que su padre. Tras gastarle una broma, su padre lo arroja contra un muro. Éste promete a la Virgen que si lo salva el joven ingresará en el monasterio que lleva su nombre, donde llevará una vida reglada por normas muy estrictas. Tras hacerse amigo de Armin, monje piadoso y guerrero, escapa para regresar a casa. Armin lo persigue para hacer que vuelva al monasterio.

Dada la relativa fama alcanzada por Marketa Lazarová, una de las obras maestras de Europa Central, podría catalogarse a Frantisek Vlácil como director de una única obra. Sin embargo Udoli Vcel, rodada después de ésta, sin ser una secuela, aunque utilice ropas y actores de la misma, demuestra que no es el caso. Su popularidad se vio condicionada por pertenecer a una generación anterior a la radical Nueva Ola Checa de la década de los 60, a cuyos integrantes les parecía poco interesantes sus films centrados en época medieval y narrados con tonos épicos.

Udoli Vcel, al igual que Marketa Lazarová está rodada en un muy contrastado blanco y negro, ambas en scope y enmarcadas en un tiempo en el que el paganismo empezaba a cambiar al enfrentarse con el cristianismo. Armin, primero amigo y después rival de Ondrej, es el representante ideal de este fanático cristianismo, cuyas reglas obligan a un acólito que ha cometido un error, a lanzarse él mismo a un pozo donde se encuentran perros salvajes que lo devorarán.

Vlácil tuvo problemas con las autoridades por su descripción de un mundo guiado por reglas crueles y arbitrarias, algo que podía llegar a extrapolarse a la época en que se hizo la película. Rodada en la primavera de 1967, pero estrenada un año después durante la Primavera de Praga, inevitablemente fue considerada por las tropas soviéticas invasoras como una ataque al comunismo. No es fácil ver si ésta era la intención de Vlácil, pero sí que una mente paranoica podía creerlo. La carrera del director, como la de otros compatriotas, se vio afectada.

Al igual que en los films medievales de Bergman, Vlácil nos hace sentir el horror, el caos y la desolación existencial del siglo XIII, en esta historia de pasiones prohibidas, política sangrienta e intolerancia religiosa, combinando la grandeza épica con composiciones geométricas rigurosas y un meticuloso control sobre la imagen y el sonido.

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