"El Infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio".

Italo Calvino. Las ciudades invisibles.

jueves, 3 de junio de 2010

LET'S GET LOST


Se ha vuelto a poner en circulación el fascinante documental sobre Chet Baker que realizó Bruce Weber hace veinte años y que montaba en 1987 cuando falleció. Al mismo tiempo reflexión sobre el culto a la imagen en Hollywood y retrato de una figura extraña y ambigua, logra atrapar la personalidad magnética de su principal protagonista.
No se trata de una hagiografía, no se trata de hacer de él un icono, aunque sea un homenaje, ya que, si al comienzo describa aspectos positivos del músico, rápidamente multiplica los puntos de vista. Sus amigos destacan su faceta inconstante, extraño a toda empatía; todos lo adoran y lo odian e insisten en su carácter manipulador.
Encuentro excepcional entre el fotógrafo de moda, rey del blanco y negro altamente contrastado, esteta, y Chet Baker, uno de los grandes trompetistas de jazz, que en la década de los veinte podría haber sido modelo de sus típicas imágenes para Calvin Klein, a lo James Dean.
La vida de Baker, como su música, fue tan triste como hermosa y la película de Weber, obsesionado con sus canciones tanto como con su imagen, con la representación plástica de su rostro devastado, la captura de forma extraordinaria. Aleatoriamente se mezclan portadas de sus discos, imágenes de conciertos, extractos de películas, entrevistas para la televisión, que podrían haber dado lugar a un film vulgar, pero esto tiene como hilo conductor lo filmado por Weber en presente, seis meses antes de la muerte de Baker. Y esto hace que la película levante el vuelo, mostrando como la muerte hace su trabajo. Drogas, mujeres cada vez más jóvenes que lo consideran como un dios griego, empresarios poco delicados, coches cada vez más lujosos en una atmósfera de dolce vita desbravada. La cámara participa de esta borrachera mostrando un mundo de apariencias en el que chirría el envejecimiento prematuro y terrible de Baker.

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