Chabrol, inmenso cineasta, describe cada personaje como un mundo extraño e inquietante y el personaje principal, que da título a la película, es el único que en el fondo tiene algo de inocencia, candor y sinceridad, lo que contrasta con un universo de personajes falsos envueltos en juegos sociales de enorme violencia, representantes de todos los tipos de burguesía: la hiperburguesía rica de Magimel y su madre, la burguesía media de la madre de Ludivine Sagnier, la burguesía de las gentes de la televisión, la burguesía intelectual a la que pertenece Berléand, la burguesía de los negocios…
El director francés, con negro pesimismo, habla sobre la falsedad del zoo humano que forma el mundo moderno: los nuevos ricos y las dinastías aristocráticas, el mundo político y el de la televisión, difícilmente de la clase obrera, que nunca le ha interesado mostrar. Película viva, como su personaje principal, que incluso en la adversidad no se compadece de sí misma y que en la última secuencia, de profunda melancolía, muestra una suerte de resistencia distanciada.
La chica cortada en dos permanecerá en la filmografía de este gran diseccionador de las pasiones humanas como uno más de esos retratos de mujer que ya ha realizado (Violette Nozière o Betty).
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