"El Infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio".

Italo Calvino. Las ciudades invisibles.

jueves, 2 de junio de 2011

MISTERIOS DE LISBOA


Camilo Castelo Branco es el autor de la novela Los misterios de Lisboa (1854), portugués del siglo XIX del que Manoel de Oliveira ya adoptó Amor de perdición, en 1979, para posteriormente interesarse en su vida en Francisca (1981) y en O dia do desespero (1992). A esta base literaria hay que sumar el romanticismo folletinesco a lo Dumas y la precisión psicológica propia de Balzac como influencias que se pueden rastrear en esta película de Raoul Ruiz, quien se aparta del estilo surrealista de sus últimas películas para contar, con una modernidad radical, una historia propia de un folletín del siglo XIX. El director chileno multiplica las intrigas haciendo que se entremezcle pasado y presente, gracias a virtuosos flases-back. Entre ellos destaca el que narra el destino trágico del padre de Pedro, al comienzo de la película, en el que el padre Dinis cuenta como Don Pedro da Silva le hizo saber su historia. Cuando termina cada flash-back se sale de una historia de la que habíamos olvidado que sólo es un trozo del conjunto.

Al igual que ha hecho Assayas con Carlos e hizo Bergman con Fanny y Alexander, se trata de una obra para televisión que necesita pasar por las salas de cine para tener una mejor difusión y que usa conceptos absolutamente cinematográficos. Curiosamente también comparte con la película de Bergman la utilización de un teatro de cartón a través del cual el protagonista mira la realidad. Raoul Ruiz recurre al folletín o telenovela, géneros subestimados, lo que parecería abocarle a un gran fracaso. Pero consigue que disfrutemos del enorme placer de asistir a la narración de una historia que entremezcla intrigas políticas, asuntos familiares, sentimientos amorosos, diversificando las voces que cuentan los hechos, especialmente conseguida la del padre Dinis, testigo y demiurgo, que cada vez adquiere más importancia en el relato, convirtiéndose en uno de los más fascinantes protagonistas de una película reciente.

La historia de la infancia de Pedro, y todas las intrigas que lo acompañan (vidas dobles, muertes, traiciones…), es una prueba del gusto por el folletín y su inagotable capacidad de fabulación, unido a un sentido elitista de la modernidad, que ha constituido siempre el horizonte del director chileno. La película privilegia los planos muy largos, donde los personajes deambulan y portan misterios a los que accederemos con posterioridad. Sus habituales innovaciones narrativas están mejor dosificadas, interiorizadas, ha ganado en simplicidad, lo que confiere a su cine una presencia y una fuerza nuevas. La cámara, en movilidad casi permanente, gira alrededor de los personajes, uniendo escenas sin continuidad cronológica, pero sí dramática. A pesar de su densidad, esta adaptación no deja de lado su aspecto romántico, aún siendo matizado por un clasicismo que alberga la agilidad narrativa de Raoul Ruiz y que da lugar a una película sorprendente, dados sus últimos films, y que se puede considerar una obra maestra.

3 comentarios:

  1. El 19 de septiembre estará disponible en formato doméstico y le daré el segundo intento que le debo tras el agobio sentido en la sala de cine.

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  2. No entiendo que quieres decir con lo de "agobio". Imagino que es una valoración negativa. A mí me ha parecido fabulosa. Estoy, además, deseando ver la versión larga para televisión que este viernes y el próximo ponen en Arte.

    Un saludo.

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  3. Sólo he visto la primera parte de la película, apresuradamente, un precioso y soleado sábado en un enano cine a las diez de la mañana, pensando que rápidamente desaparecería, casi por obligación. Un horario festivalero pésimo para mi.No diría que es una película fallida ni mediocre, ni de lejos, pero no va mucho conmigo. En todo caso querría verla entera tranquilamente en casa, o querría ver la serie de televisión directamente, todo ello sin tener que pegarme un madrugón expresamente :-)

    Un saludo

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