"El Infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio".

Italo Calvino. Las ciudades invisibles.

domingo, 14 de marzo de 2010

De battre mon coeur s'est arrêté



Las manos de Tom que un momento antes habían golpeado a un mal pagador, se deslizan sobre el piano. El ritmo, antes frenético, se frena, se ralentiza, la tensión se canaliza. En De battre mon coeur s’est arrêté, remake de una película realizada por James Toback en 1978 (con Harvey Keitel en el papel principal, interpretado aquí por Romain Duris) a la que me ha llevado a volver a ver el deslumbramiento de Un prophète, Audiard hace gala de un innegable y personal dominio del tempo.
Se encuentra en esta película los temas ya apuntados en películas anteriores y que aparecerán en Un prophète, especialmente las dificultades de las relaciones con la figura del padre, especie de Ugolin dantesco dispuesto a devorar a su hijo, en un tono marcadamente realista. Nos cuenta la historia de un joven que encuentra la oportunidad de evitar su destino, centrándose sobre todo en la posibilidad de encontrar sosiego en medio de un mundo rodeado de violencia, odio y caos, intentándolo a pesar de que sus colegas y sobre todo su padre, derrotado y egoísta, intentan retenerlo en este mundo de mentiras que él siente sin esperanzas. Descifrar las notas, transformarlas en música es mucho más constructivo que la destrucción a la que se había entregado, sin remordimientos, hasta ahora.
Interpretar consiste en canalizar una tensión, una pulsión, dominarla, darle forma. La música de Bach se opone a los elementos que rodean habitualmente al protagonista, la jungla nocturna en la que se mueve. El mundo de Tom es inestable y sin sentido, de un momento a otro puede desestabilizarse, y él se deja llevar por esta corriente. ¿Para qué?. Para nada. La música resulta ser la fuga del caos, le conducirá a la independencia y al control sobre su vida.

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