"El Infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio".

Italo Calvino. Las ciudades invisibles.

miércoles, 10 de marzo de 2010

PRECIOUS


Aunque puede por momentos parecer una variación sobre un drama social a lo Ken Loach, se trata en realidad de un cuento cruel en el que una chica ceñuda y obesa que crece en Harlem, tratada como una bestia de feria y que acumula casi todas las desgracias posibles, revela su testarudez para resistir cueste lo que cueste esta travesía por un entorno miserable, sumergiéndonos en su difícil camino hacia la emancipación y la edad adulta. A veces una mezcla de Rosetta y The Wrestler, presenciamos una lucha homérica de la adolescente contra lo peor que le puede ocurrir, lo que puede parecer excesivo, sin ceder, permaneciendo siempre silenciosa y opaca ante la brutalidad de sus padres, y encontrando refugio y asistencia en determinadas mujeres, asistentes sociales, maestras (demasiado angelicales), compañeras de clase o una pareja de lesbianas (guiño narrativo innecesario).
Lo mejor de Precious es la actuación de sus actrices principales, especialmente madre, verdadero monstruo doméstico que esconde una conmovedora humanidad, e hija, siendo memorables las escenas de bronca entre ellas. Incluso la cantante Mariah Carey está aceptable en su papel de asistenta social. Aunque todo acaba lastrado por la grandilocuencia del director que, a pesar de rehuir el exhibicionismo del miserabilismo, quiere demostrar en cada plano que tiene un estilo original, multiplicando los signos de virtuosidad inútil, colores filtrados, planos sofisticados y efectos de montaje. Este material y estos personajes, propios de novelas de Zola o de Tony Morrison, pedían, por el contrario, una dirección sobria y sin florituras. Sobran los planos de la violación del padre, mostrados como flashes pesadillescos y sobran los forzados planos oníricos en los que Precious se escapa de lo real, donde se ve como una estrella rodeada de fotógrafos y de admiradores babeantes. Si me parece un acierto el uso de la voz en off de la protagonista, que posee una gran fuerza y nos informa al mismo tiempo de su casi analfabetismo, de su terquedad y capacidad de aprendizaje.

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